La luz del “ÁNIMA SOLA”
Foto: Luz María Valverde Gamboa fue originaria de León Cortés, área de los Santos. Desde su hogar ayudó en la crianza de niños y siempre socorrió a los más pobres que pedían su ayuda.
La luz del “ÁNIMA SOLA”
Por: Ricardo Sossa Ortiz
Periodista
“Alisten dos cajas, porque el día que muera Frank, me muero con él”. Doña Luz, la madre.
Cuando María Gutiérrez Valverde contactó a la Fundación Partir con Dignidad, se encontraba desesperada, desorientada, deprimida y desolada ante la inminente muerte de su madre, doña Luz María Valverde Gamboa.
“Ayúdenos por favor, ya mamá no está reaccionando, no tenemos diagnóstico claro, no sabemos qué hacer”, decía María al teléfono con voz entrecortada por la angustia.
Con un duelo a cuestas por el asesinato de su sobrino y la muerte de su hermano, ambos en diciembre de 2012, María cuidaba de su madre doña Luz, convaleciente de cáncer intestinal.
Con sus hermanos y familiares, ella se hizo cargo de la atención de ambos, pasando las noches y los días entre las habitaciones de estos para darles la mejor calidad de vida que pudiera, pero sobre todo el amor y la compañía que tanto requieren los seres amados durante la enfermedad y la agonía.
La madre de María, doña Luz, en su cama presintió el asesinato de su nieto una noche antes, y en cuanto a su hijo Francisco, quien yacía en su lecho de muerte, dijo: “alisten dos cajas, porque el día que muera Frank, me muero con él”.
Luz María Valverde será recordada por haber criado a otros niños, a pesar de limitaciones económicas, fue una mujer entregada al cuido y servicio de los más necesitados, como niños en vulnerabilidad. Dio de comer y vistió a infinidad de gente, porque siempre llega el “ánima sola” por ayuda, dice María que contaba su madre constantemente.
En su hogar no sobraban los alimentos, pero se le “multiplicaba la comida”, cuenta la hija cuidadora. Siempre tuvo comida y vestido para los más pobres.
Con un cáncer sin resolver, en septiembre de 2021, doña Luz comienza a retener líquido en su cuerpo. Esto viene a complicar su salud al ser infectada de Covid-19 e internada en Pavas.
Una vez superado el Covid, es enviada a casa, pero sin movilidad en sus piernas. “Llegó decaída, se la caía el cabello, las pestañas, su cuerpo fue forrado por escamas”, cuenta María.
Desesperada, ella y sus hermanos buscan ayuda en diferentes centros médicos, uno de ellos la clínica Marcial Fallas en Desamparados, en donde según María le dijeron “señora, si tan mal está su mamá tráigala para que muera aquí”; lo que no hizo más que aumentar la frustración, cólera, decepción y sentimiento de abandono por parte del sistema de salud público en la familia y la paciente. Al recordar el incidente María se detiene. Llora. No puede seguir hablando. Silencio total. “Tome aire”, le dice el autor de estas líneas y el silencio se prolonga con sollozos de la hija abnegada.
Debido al no tener respuesta, según ella, por parte de la CCSS, María contacta a nuestra Fundación para guía y orientación.
“Ese día que los llamé yo veía a mamá morir poco a poco, sentía que yo la estaba matando al no darle o conseguirle lo necesario para aliviarla o que se fuera en paz”, cuenta María.
Ya recuperada sigue: “Mire, contactar a la Fundación fue lo mejor que nos pudo pasar. Primero el Dr. José Ernesto Picado Ovares – creador de la Fundación- nos regañó, ya que mami no quería comer y mi culpabilidad hacía que yo intentara alimentarla. El Dr. Nos guió y explicó la importancia de no a comer, así como darnos un diagnóstico claro sobre su paso a la muerte y la importancia de dejarla partir sin prolongar la agonía, de manera pacífica y sin dolor; tanto para ella como nosotros sus familiares”.
Lo anterior es muy común en familias que atiende la Fundación. Existe una desinformación total de cómo tratar y cuidar al adulto mayor durante su fase terminal. María recuerda que sobre el hecho de alimentar a la fuerza a su madre, lo cual podría ser imprudente, el Dr. Picado le dijo: “¿Quién tiene hambre? ¿Ustedes o ella?”, fue como un “realista jalón de orejas”, dice y ríe al recordar las instrucciones del doctor Picado.
Luz comienza a dar sus últimos suspiros. Su cuerpo brincaba. María sintoniza el rosario radial. Estaba con su madre, en una habitación sin aire, para protegerla del frío. A pesar de que no había viento, al iniciar el rezo, una cortina comienza a moverse. El cuerpo de doña Luz deja de brincar. “Creo fue el Espíritu Santo trayendo paz”.
María aplica la morfina indicada por el Dr. Picado, los signos vitales de doña Luz vuelven a subir, pero caen estrepitosamente. Luz empieza a irse, a volar bajo. María solo pide a Dios que sea ésta la última morfina que le ponga a su agonizante madre.
Reciben a una pastora amiga de la casa y oran. Vuelven a poner el rosario y cuando van por el verso “El Señor está contigo”, la cortina deja de moverse y Luz muere en total paz y sin dolor.
Fotos: Cortesía de María Gutiérrez Valverde.