“No hay título que te dé la sensibilidad humana”
Foto: Su sonrisa siempre brinda apoyo emocional a sus pacientes.
“Nació en mí un enamoramiento con la Fundación para resolver problemas de nuestros pacientes y sus familiares, problemas más que económicos, se trata de apoyar y solucionar conflictos emocionales. Es lo que hago, es lo que amo”. Dra. Elisa Cortés Amador.
Por Ricardo Sossa Ortiz
Periodista
Ella admiraba a su madre, quien ha sido su paradigma. Su progenitora, la Dra. Giselle Amador, especialista en farmacodependencia, fue la inspiración para que la hija, Elisa Cortés Amador decidiera convertirse en psicóloga.
Su madre, si bien es médico, su especialidad en adicciones lleva a la Dra. Giselle Amador a desarrollar y practicar una gran empatía por las personas farmacodependientes, sufriendo ellas y sus familias. Es este acto, este ejemplo sensibiliza a su hija, Elisa, hoy la persona que ofrece fortaleza emocional a la comunidad atendida por la FPD.
Elisa es una psicóloga altamente reconocida y respetada, no solo en el hospital Nacional de Geriatría y Gerontología (HNGG), sino también entre sus colegas y, sobre todo, por los pacientes y familias atendidos por la Fundación Partir con Dignidad (FPD), gracias al apoyo emocional que Elisa les ofrece ante la realidad de perder a sus seres amados.
Es reconocida como una psicóloga de tiempo completo por sus pacientes, ya entrevistados a lo largo de la existencia de la FPD, la reconocen como una experta en “psicología geriátrica” y en los procesos de duelo.
Elisa comienza a trabajar para la FPD, donando su tiempo, cuando ve la necesidad de tener un equipo psicosocial para dar calidad de vida a pacientes, cuidadores y familias, antes, durante y después de la muerte del paciente.
Cuenta con una maestría interdisciplinaria en cuidados paliativos, estudios “que me permitieron comprender ya no solo a los pacientes, sino al equipo médico”, dice Elisa con tímida sonrisa de agradecimiento, al tiempo que asegura: “No hay título que te dé la sensibilidad humana”.
Ella considera un honor el ser parte de este equipo. “Convivir con una familia en sufrimiento debido a la pronta partida de sus seres amados y abrirse a esa vulnerabilidad con el fin de fortalecerlos a nivel psicológico para enfrentar el desafío, es de lo más hermoso que ha podido ocurrir en mi carrera”, cuenta Elisa luego de pensar por un rato qué es lo que más la marca de sus funciones.
En 2011, Elisa entra al programa de cuidados paliativos del HNGG y lo define como un “territorio distinto”. Recuerda a una de sus profesoras, la Dra. Lisbeth Quesada Tristán, quien le decía que este “territorio” era como subirse a una “montaña rusa sin cinturón”, queriendo indicar las emociones propias del personal de paliativos, emociones con las que los equipos en esta área tan sensible, deben luchar y controlar.
Elisa es una de las profesionales en el equipo que dirige el Fundador de Partir con Dignidad, Dr. José Ernesto Picado Ovares, quien ha demostrado la importancia de atender, cuidar y apoyar a la persona cuidadora del paciente; ésta ha sido una de sus principales metas y logros como profesional en el área.
Ser psicóloga no la hace una persona independiente y lejana del “objeto social” * : el ser humano. Ella se envuelve con el dolor y comprende a las personas por aquel ejemplo de su madre. No es una “científica social” observando el objeto de estudio por un telescopio.
Entre sus múltiples historias, cuenta la de “Arnoldo”; quien fue diagnosticado con cáncer gástrico. “Arnoldito había perdido a su esposa, atendida por la FPD y por mí, hacía un año antes del diagnóstico de él, mismo que el de su esposa. Arnoldo fue su cuidador principal hasta la muerte, por lo tanto, conocía lo que a él le podía esperar tras aquel cáncer que recién le habían diagnosticado. Esto no lo permitía asumir, aceptar su enfermedad, porque continuaba viviendo el duelo de su esposa”, dice Elisa y continúa: “fíjate que él encontraba plumas blancas debajo de su almohada y me decía en sesión que eran plumas de su esposa, ahora convertida en ángel, que ella misma dejaba en su cama como señal de que estaba esperándolo. Me pedía que pegara las plumas en su expediente”.
-¿Lo hizo? Le pregunto a Elisa.
– “¡Sin duda! Las pegué una por una en las hojas”, responde la psicóloga.
Hoy, “Arnoldito” no está entre nosotros, pero las numerosas blancas plumas siguen intactas en su expediente, guardado en un archivo de pacientes, marcando una diferencia y sin ser olvidado.
*Durkheim, Emile. Les régles de la méthode sociologique. 9e. Édition. Paris. Ed. Press Universitaire de France. 1997. (Páginas 2 y 3).
Fotos: Cortesía Elisa Cortés Amador.