Paradigma de vocación
Foto: Juancito se siente bendecido tratando a sus pacientes.
Por: Ricardo Sossa Ortiz
Periodista
“No trabajo con reloj, soy muy humano, tengo vocación y quiero ayudar”. Juan Quirós Ureña
Comenzó asistiendo al departamento de nutrición del hospital Nacional de Geriatría y Gerontología (HNGG), Dr. Raúl Blanco Cervantes. Luego asistió a pacientes en diferentes salones del nosocomio.
Él se resistió a dar esta entrevista “porque no me gusta figurar”, dice tímidamente Juan Quirós Ureña, asistente de pacientes en la Fundación Partir con Dignidad (FPD); se requirió de tiempo y de su compañera, la enfermera Ersiel Sánchez, quien finalmente lo convenció.
Algo nervioso empieza “Juancito”, como cariñosamente lo llaman, a contar su historia al servicio de los enfermos y de la FPD.
“En 2008 comienzo solo a dirigir gente en la puerta del edificio nuevo hacia el servicio que buscaban”, y reitera “solo indicaba el camino”, como si tal tarea fuera algo simple.
Su humildad y amor a pacientes lo vuelven ciego ante la importancia de su trabajo. Eso sí, él sabe que tiene la vocación y el amor por los enfermos y sobre todo los pobres.
Esta vocación, que no se adquiere en una escuela, sino que se nace con ella (don) o se construye a través de las experiencias sociales, especialmente durante la infancia y en interacción con la familia y personas, es tan concreta en “Juancito” que no la puede ocultar, es tan espiritual y física que casi se la puede tocar.
Nunca creyó que en este trabajo encontrara parte del sentido de su vida.
La vida de “Juancito” sería aun más bendecida en su siguiente misión, de acuerdo con sus propias palabras.
“Es que me llamaron del Servicio de Atención Comunitaria que dirige el Dr. José Ernesto Picado Ovares -creador de la FPD- para que trabajara como asistente de pacientes visitando a los enfermitos y sus familias en sus hogares, me dijeron que era por mi calidad humana.
Oiga, escuchar eso fue muy lindo”, y conmueve no solo los huesos de este entrevistador, sino hasta mi sangre al escucharlo con esa frescura transparente de espíritu decir esas palabras al devoto servidor, cuando son las familias quienes se sienten bendecidas por el apoyo de “Juancito”, igual que sus compañeros de equipo, de acuerdo a lo que manifiestan sobre él.
No titubea en decir que su inspiración, entre otros, la origina el Dr. Picado y Mari Jesús Medrano, jefa de enfermería. “Son personas líderes, al servicio de los más necesitados, llenos de amor, me han enseñado a convivir con las familias en el dolor por ver a su ser amado irse poco a poco”, dice con admiración respecto de sus amados jefes.
No todo es alegría para Juancito. Él se siente “impotente, porque la familia no sabe cómo manejar al paciente, para eso estamos y guiamos, pero a veces los familiares y sobre todo la persona cuidadora se enferma también por la difícil situación, por eso cubrimos al paciente y su familia de manera integral, hasta con apoyo psicosocial”, entonces, “Juancito” respira profundo y hace pausa. Hay silencio.
Aunque se resistió por pena, finalmente gracias a una compañera accedió conversar sobre sus experiencias y abrió su corazón.
Continúa: “sabe, es duro cuando nos preguntan cosas como ´¿por qué le pasa esto a mami? Sánenla´. Es que los familiares quieren que hagamos magia, que las mantengamos con vida. No están preparadas ante la partida, piden un milagro al doctor y al equipo, nos preguntan cosas como ¿cuánto de vida le queda? Y obvio, eso me conmueve mucho”. Detiene el relato.
Luego de una breve alteración de sus emociones se recupera, termina con satisfacción.
“Me gusta tanto curar, ayudar. Sabe, llevar apoyo al paciente y su familia…me hace feliz”. Sonríe.
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Fotos: Cortesía Juan Quirós Ureña
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