Rebeca Grynspan Flikier
Este noviembre se cumplen ya cuatro años. La primera vez, hace doce años, enfrentada contra el designio de Garonte. Con la hoz en la mano esperaba al lado de mi madre, inconsciente, inmóvil, en la cama de un hospital. Me negaba a dejarla partir. Era casi como obligarme a mutilar parte de mi alma, obligada a hacerlo, pues el sufrimiento no era opción. Fue esa primera vez, trágica, obscena, implacable, desgraciada que se aferró a mis entrañas con un dolor inexplicable. Como un veneno que decide secuestrar el esternón. Estrujarlo. Demolerlo hasta sentir que la respiración es imposible sin llanto.
Un duelo de años. Ni uno ni dos….Muchos. Hasta que un día, al levantarme, pensé en mami, en esa hermosa Rosa cortada antes de marchitarse y ninguna lágrima se desprendió.
Con papi fue igual, pero diferente. Comprendí que la ley natural es dejar a partir a nuestros padres y educar a nuestros hijos para lograr en ellos una visión natural de la muerte.
Ambos partieron con dignidad. . Tuvieron un colchón adecuado para pasar sus últimos días, alimentación a sus necesidades, pañales suficientes para evitar que su delicada piel se ulcerara….y cuando su último hálito desapareció en silencio, casi desapercibido, también tuvimos la oportunidad de un entierro rápido, un acta de defunción temprana. Y pudimos llorar a nuestros muertos, con ese dolor tan profundo que solamente reconocen aquellos que han vivido ya la pérdida.
Desgraciadamente en Costa Rica, no todos los adultos mayores tienen esa dicha. Agonizar sobre una tabla de madera, sufrir quemaduras por pañales inadecuados, soportar malnutrición por meses….Y parte del final es aprender a morir y a permitir que otros partan con el amparo de familia y con la tranquilidad de saber que sufrir no es opción.
La Fundación Partir con Dignidad hace esfuerzos abrumadores para proveer esa calidad de muerte no sólo para los adultos mayores, sino para las familias que necesitan tanto soporte.
Para estos profesionales como el Dr. José Ernesto Picado Ovares, Ricardo Sossa Ortiz, Patricia León Coto, entre otros, el reloj no tiene aguja. Los minutos no cuentan con la noche cuando una llamada desesperada pide auxilio.
Trabajan con las uñas, pero con una voluntad que trasciende lo hiperbólico.
Les pido vayan a la página de esta Fundación www.partircondignidad.org
Soliciten información para dar su granito de arena. Urgen pañales, Ensure, colchones, pero ante todo urge saber que ustedes están ahí.
Rebeca Grynspan Flikier