Un amor de 60
“Cuando no resolvíamos con la morfina, llegaban al día siguiente. Respondieron los mensajes a cualquier hora y de inmediato.
El doctor y la Fundación siempre estuvieron presentes, nunca se nos dijo un ´no puedo´”.
Carol Figueroa Saborío, nieta.
Por: Ricardo Sossa Ortiz
Periodista
En 1960, María del Carmen Bejarano Mora tenía 16 años. Su enamorado, Rafael Ángel Saborío Saborío, 17. Ambos oriundos de Pavas, se casaron ese año.
Don Rafael trabajó en un aserradero, su esposa María tuvo cinco hijos y se dedicó por completo a sus cuidos y labores del hogar.
“Tuvieron una vida feliz, fueron muy unidos y un ejemplo para toda la familia”, cuenta Carol Figueroa Saborío, nieta y una de las cuidadoras de ambos.
Hace menos de tres años, la vida del matrimonio cambiaría para siempre: doña María fue diagnosticada con cáncer gástrico.
A pesar de ser operada, los cirujanos no lograron remover el tumor maligno por completo y ella rechazó la quimioterapia. Tenía 82 años.
Menos de un año más tarde, don Rafael fue diagnosticado con demencia, enfermedad que empeora el ya frágil estado de su amada María y cambia toda la dinámica familiar.
Hijos, hijas, nietos, se turnan para cuidar de ambos; entre ellos su nieta Carol quien narró cómo la Fundación Partir con Dignidad (FPD) llegó para dar alivio a la familia completa y a facilitar un digna partida de sus abuelos.
Don Rafael es referido al hospital Nacional de Geriatría y Gerontología, Dr. Raúl Blanco Cervantes, en donde es recibido por el Presidente de la FPD, Dr. José Ernesto Picado Ovares, en su calidad de coordinador de servicio comunitario y de cuidados paliativos del hospital.
“Ya no había mucho por hacer”, dice Carol. Agrega: “hablábamos con Ersiel Sánchez, enfermera de cuidados paliativos y voluntaria de la FPD, al igual que su colega Juan Quirós, juntos con el Dr. Picado a la cabeza, nos guiaron en todo momento, nos dieron soporte durante siete meses, los llamaba, escribía mensajes, me indicaban dosis de morfina, me comunicaban con el psiquiatra…fueron fantásticos, nunca nos sentimos solos gracias a ellos”, finaliza.
Mientras tanto, María, con el cáncer avanzando en sus entrañas, se daba cuenta de todo lo que ocurría con su esposo de 60 años. Su eterno amor la llevó a tomarlo de la mano el pasado 10 de mayo para despedirlo finalmente y con dignidad a las cinco de la tarde, hora en que falleció, aferrado a la palma de su esposa.
Doña María, en poco menos de tres semanas, luego de la muerte de don Rafael, empeora gravemente, al punto que el Dr. Picado la visita tres veces durante dos semanas en su casa de Pavas para evaluarla.
La FPD continuó asistiendo a la familia durante el duelo por la partida de don Rafael y sobre todo ante el deterioro de doña María. Siempre al lado de la paciente y los familiares.
El 30 de mayo anterior, menos de tres semanas de muerto su esposo, María, por primera vez, no se levantó de su cama. No se bañó. “La aseamos en su cama, acostadita”, recuerda Carol.
Ese día, doña María partió tras su esposo Rafael. Falleció a las 11:03 a. m. confortada por el amor de sus hijos y nietos, quizá esperando solamente reencontrarse con quien fue el amor de su vida.
Se fue en paz y sin dolor.
Fotos: cortesía y permiso de publicación de Carol Figueroa Saborío.
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