“Yo no estaba lista”

El relato de una cuidadora

Por: Ricardo Sossa Ortiz

Periodista.

Era el 6 de junio de 2019 cuando doña Luz René Echeverría Rodríguez tomaba un avión para un merecido paseo en la Florida, Estados Unidos, sin saber que, menos de una semana después, estaría de regreso en su casa de Sabana Sur para iniciar otro viaje: el de su partida física.

Seis días transcurrieron desde el inicio de aquellas vacaciones, cuando el 12 de junio, a las 11:30 a. m. se encontraba de regreso en Costa Rica, atendida en un centro médico donde le diagnosticaban una bronconeumonía, causante de los “ahogos” que la hicieron regresar de emergencia.

Ese mismo día, al caer la noche, fue ingresada en el hospital San Juan de Dios, donde permaneció por tres semanas. Es a partir de este momento que inicia un camino inesperado para doña Luz y su familia, pero con la fortuna de tener el soporte principal de los hijos John y Frank Thomas Echeverría, así como el de la esposa de éste último, Marcela Méndez Madriz, quien se convertiría en su cuidadora principal.

“Yo no estaba lista”, confiesa la amorosa nuera, quien de forma autodidacta inició cursos en línea para atender esa “luz” de suegra, con quien más que nunca unió lazos afectivos hasta su muerte.

Marcela comienza a prepararse en el duro y admirable trabajo de ser cuidadora de una persona adulta mayor (PAM) en su proceso de cuidados paliativos: “durante su estancia en el San Juan de Dios, veía a los enfermeros, les preguntaba cómo tratarla a nivel físico, aprendí a bañarla, alimentarla, comencé a educarme con literatura sobre el cuido físico, mental y nutricional”, recuerda esta nuera.

En su camino de cuido, se entera sobre cursos que ofrece el hospital Nacional de Geriatría y Gerontología (HNGG), Dr. Raúl Blanco Cervantes.

Durante tres meses, junto con Frank su marido, lleva talleres gratuitos que ofrece este centro hospitalario, paradigma en la atención de la PAM, y entre esos cursos, lleva el de demencia, para personas cuidadoras que atienden pacientes en sus cuidados paliativos, entiéndase como un “diagnóstico final de vida limitada”, manifiesta el Dr. Ernesto Picado Ovares, coordinador de Cuidados Paliativos del hospital y atención comunitaria del HNGG, y Presidente de la Fundación Partir con Dignidad.

La Fundación asiste a estas personas enfermas una vez que el hospital –no vespertino-  cierra sus puertas cada día y los fines de semana. La Fundación, entonces, ofrece  asistencia a través de un teléfono que funciona las 24 horas para familiares de la PAM que se encuentra en el programa de cuidados paliativos, durante todo el año, además de visitas programadas y asistencias médica y psicológica, “así como un acompañamiento pleno a sus familias”, afirma Marcela respecto de la Fundación Partir con Dignidad.

La salud de doña Luz se deteriora, cuando surge otra enfermedad “devastadora” para su familia: se le diagnostica demencia.

La mirada de doña Luz siempre hizo gala y honor al nombre con el que fue bautizada

“Entre Frank, una de sus hermanas, John -hijo con capacidad motora muy limitada-, y yo, nos hicimos cargo de todos los cuidos. La demencia descontroló la relativa paz de mi suegra, no distinguía noche de día, en ocasiones yo comenzaba a cuidarla a las 2 p. m. y terminaba a las 2 de la mañana, esto fue recurrente. Viví un mes entero en su casa pendiente las 24 horas de ella. La entretenía con el cuido de plantas, hacíamos manualidades, y sobretodo darle mucho amor y tener paciencia”, dice Marcela quien es artista plástica y maestra con especialidad en enseñanza especial, además madre.

“Dejé todas mis actividades y trabajos”, Marcela se dedicó totalmente al cuido de doña Luz, siempre apoyada por John el cuñado y su esposo Frank.

Para octubre de 2019, la salud de doña Luz empeoró aún más, “y mi desgaste físico y mental fueron tan severos que contratamos a una cuidadora de apoyo que nos ayudara, se llama Meylin Eugarrios, quien fue un verdadero ángel para todos y tuve asistencia psicológica por parte de la Fundación, volví a sentir paz”, relata Marcela, quien había estado presentando el “síndrome que quemado”, ese típico desgaste mental, físico y emocional de la persona cuidadora.

Marcela vivió el enfrentamiento intrafamiliar, “hubo un miembro de la familia que no ayudaba, e hizo sentir mal con sus juicios a quienes cuidamos de doña Luz”, dice, “muchas personas se comprometieron, pero al final, quedamos solos nosotros haciendo frente a toda la situación.

Por eso, el acompañamiento del Dr. Picado Ovares, sus compañeros-as de equipo y la Fundación Partir con Dignidad fueron fundamentales para dar una despedida digna a doña Luz en las mejores condiciones posibles gracias a estos grandes profesionales de los cuidados paliativos.

Mire –continúa Marcela-, no tenemos cómo pagarles. Todo el apoyo técnico, médico, psicológico, etc., se traduce en sumas multimillonarias que no hubiéramos podido pagar”, cuenta esta mujer aún desgarrada por el duelo que revela al humedecerse sus ojos manifestando el agradecimiento hacia la Fundación.

“El tacto, la ética, el profesionalismo, acompañamiento, entrega y el amor de este equipo, no lo encontrás en ningún hospital privado, por más caro que sea, realmente (la Fundación) está a la altura humana y profesional que va más allá de lo esperado”, afirma Marcela, con una sonrisa y alguna lágrima surcando su mejilla.

El 1 de mayo de 2020, ocho meses después de aquel regreso urgente desde la Florida, doña Luz despegó hacia otro rumbo para volar más alto.

A  las 5 p. m., a su lado estaban su hermano, Rodrigo Echeverría Rodríguez, Meylin la cuidadora de apoyo, y su incondicional, siempre atento hijo, a pesar de sus limitantes motoras, John. Él, certificado en primeros auxilios, ante la agonía final de su madre, le da respiración boca a boca. Don Rodrigo sostiene la mano de su hermana, quien cierra los ojos para siempre.

Doña Luz dejó este mundo ese día, “aunque su luz sigue brillando en nosotros”, señala Marcela. El reloj marcaba las 5:20 de la tarde, hora de su partida.

FOTOS: Cortesías y autorizadas a publicar por Frank Thomas Echeverría y Marcela Méndez Madriz.

Foto principal: Marcela Méndez Madríz, la nuera-ángel que estuvo al lado de su suegra hasta la muerte de ésta última.

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