AMOR Y PAZ

Foto: Isidro Con Wong, maestro del amor y la paz

Por: Ricardo Sossa Ortiz

Periodista

“Sin arte se pierde la cultura, el sentimiento y el alma. Un país sin arte es un país muerto”. Isidro Con Wong.

De descendencia china, Isidro Con Wong dio sus primeros pasos en la provincia de Puntarenas hace 90 años.

Aquel “Puerto” en la que se mezclan el legado chorotega y sociedades autóctonas de cultura del Área Intermedia.

Parte de esa socialización se vio rodeada por convertirse Puntarenas en el Puerto y principal balneario costarricenses en 1940.Una mezcla de visitantes y culturas que impregnarían el pincel del maestro y escultor.

Mar, animales como el toro, campo, las estrellas en las que aún suele encontrar meditación, hacen del maestro un hombre creativo.

Lo inspiran incluso al día de hoy: “me propongo amar la naturaleza, cuidar el ambiente”, confiesa Con Wong en su estudio de arte.

Se convirtió al catolicismo a la edad de 33 años. Con la serenidad y sabiduría de sus años continúa diciendo: “lo que más deseo es sembrar amor y paz. Multiplicarme espiritual y emocionalmente me enriquece.

Es con ese amor que Isidro Con aceptó ser la imagen de la subasta de arte realizada el pasado 12 de junio en el Museo de los Niños en beneficio de nuestros pacientes en condición terminal y extrema pobreza, en la que además donó dos de sus obras, por la que la Fundación Partir con Dignidad le dedica estas líneas como agradecimiento por su generosidad y apoyo.

“Estamos en este mundo para ir otro, el Creador tiene otro mundo preparado. Por eso, antes de irse pienso en transmitir paz, amor, fortaleza para vivir bien. La paz hay que ganársela”, afirma el artista.

Isidro Con Wong considera que el mundo no es suave, es duro.

Está seguro que cada quien debe conocerse y practicar los dones que Dios otorga. “A mí me dio el don de pintar, y así encuentro mi alma”, agrega.

Además, lanza un consejo para la persona adulta mayor: “les pido que a pesar del sufrimiento crean en que siempre hay una esperanza, el mundo es difícil pero la vida es bella”.

En la generalidad de sus obras se observan toros, algunas veces evidentes, otras como acertijo que hay que buscar. “En los años 30 -dice- nace en mí una gran inspiración por estos animales, pues los veía desde niño en Chacarita y luego en mi finca de Guanacaste, cultivan en mí una gran emoción”.

Según él, “fantasiar”, “sonar”, lo hace palpar las cosas con su alma. Reitera que con su obra desea transmitir paz, amor y esperanza.

Dice que puede sentir el alma de las personas y de repente el entrevistado se vuelve entrevistador y envía una fuerte pregunta a este periodista: “usted también siente las almas, ¿verdad?”.

Lo dice con tal convicción que más bien es una oración afirmativa de su parte y ambos sonreímos, sin responder la pregunta del sabio maestro.

Le pregunto: “¿Cuándo dejará de pintar?”. Levanta su brazo derecho sobre el aire como si tuviese un lienzo al frente y moviendo su mano en el vacío responde: “mire, hasta cuando no estoy pintando siento que pinto”. Hace una pirueta en el aire como sosteniendo una brocha entre sus dedos.

“¡Nunca dejaré de pintar!”, dice. Baja su brazo y vuelve a sonreír.

 

Fotos: Cortesía Isidro Con, hijo.

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